Ríos de auténticos pedruscos; arquitectura hecha sin la ayuda de arquitectos; una iglesia en ruinas que renació de sus cenizas; minas excavadas hace 4.000 años con herramientas rudimentarias y una cueva mágica convertida en templo cristiano. Hoy, en Rutas Culturales de España, toca hablar de minerales, de magia, de geología y de sitios extraordinarios.

1. Ríos de Piedra de Orihuela del Tremedal (Teruel, Aragón)

Ruta Cultural de España a la que pertenece: Camino del Cid

Dónde está: En los pinares que rodean el pueblo Orihuela del Tremedal (Teruel), de camino al punto más alto del Camino del Cid, el Puerto de Noguera a 1.695 metros de altura sobre el nivel del mar.

¿Qué es? Literalmente: un río de piedra que, en algunos de los puntos, es tan ancho (hasta 250 metros) que parece una laguna. Para encontrar una explicación hay que viajar a las fases más frías del período Cuaternario, iniciado hace 2,6millones de años, cuando los grandes bloques de piedra se fracturaban en trozos más pequeños (como los que se pueden contemplar en la actualidad) a consecuencia de los frecuentes períodos de hielo y deshielo. Las grandes pendientes y los bloques de hielo ‘canalizaban’ estos fragmentos de rocas hacia determinados lugares en los que, tras siglos y siglos de acción geológica y acumulación de fragmentos, se formaron los llamados ríos de piedra.

Un lugar para verlo: Desde la misma carretera que conduce desde Orihuela al puerto es posible encontrarse con varios aunque uno de los más espectaculares se encuentra en la subida al Santuario de la Virgen del Tremedal. Es el mirador del Rio de Piedra del Borrocal de Tremedal, pocos metros después de que la carretera abandone el rumbo sur y enfile el oeste.

2. El Coto de las Canteras de Osuna (Sevilla, Andalucía)

Ruta Cultural de España a la que pertenece: Caminos de Pasión

Dónde está: En las afueras de la villa sevillana de Osuna, al noreste, en un alto desde el que se vigila el pueblo y, más al sur, los relieves de la sierra Subbética. Son 20 minutos de paseo (con una leve pendiente) desde el centro de la localidad.

¿Qué es? Una obra de arte hecha por artistas que no sabían que lo eran Una obra de arquitectura hecha por arquitectos que tampoco sabían que lo eran. Durante siglos, esta muela de piedra arenisca calcárea sirvió de cantera para construir Osuna. Es decir, antes de que Osuna fuera Osuna (y se llenara de palacios, iglesias y casas), el pueblo ya existía, encerrado, en el interior de esta cantera. Se sabe que los Turdetanos (pueblo prerromano que habitó en la zona entre el 500 y el 2000 a.C.) explotaban la piedra de este lugar que estuvo en funcionamiento hasta la década de los años 60 del siglo pasado.

¿Qué hay que ver? Todo lo que se pueda: eso sí, conviene informarse de los horarios y aprovechar las horas más tempranas del día para evitar los calores. No hay que perderse los túneles, las estancias (grandes como una iglesia), los valles artificiales creados a cielo abierto, los enseres y herramientas utilizados por los canteros para arrancar la piedra, la ermita en ruinas de la Vía Sacra unos metros más adelante), las tumbas excavadas en roca junto a ésta… A ello hay que sumar los relieves tallados y las esculturas que contribuyen a dotar al lugar de una atmósfera de fantasía, más propia de una película de espada y brujería que de un espacio que ha llegado a nuestra época.

3. Iglesia de San Pedro Cultural en Becerril de Campos (Palencia, Castilla y León)

Ruta Cultural de España a la que pertenece: Rutas del Emperador Carlos V

Dónde está: Es sencillo explicar el paisaje de la comarca española de Tierra de Campos (Palencia) a alguien que no ha estado nunca allí: es como un océano que, en vez de agua salada, tiene cereal. En función de la época del año el océano estará vestido de colores ocres (en otoño, con la tierra descarnada), verde intenso (en la recta final del invierno, con los brotes naciendo), verde apagado (en primavera, con el grano ya crecido y las espigas despeinadas) o el amarillo del verano.

Por qué conocerlo: El emperador Carlos V pasó por aquí en varios momentos de su vida, atravesando la meseta castellana con su séquito en las que debieron ser algunas de las etapas más duras de sus periplos por España: tanto en los meses fríos como en los cálidos estas tierras sin bosques ni montañas puede volverse terriblemente exigentes. Becerril de Campos es uno de los pueblos que flotan en este océano. Si no fuera por las torres de sus iglesias, el lugar podría pasar desapercibido porque aquí no hay colinas, no hay castillos, el paisaje es llano como un mar calmo. ¿Qué curiosidad ‘de piedra’ puede esconder un lugar así?

Qué hay que ver: Nada más y nada menos que una iglesia muerta y resucitada. Una bien muerta (cerrada en los años 40 del siglo pasado y a punto de colapsar por completo a principios de éste) y muy bien resucitada: la iglesia de San Pedro es, en la actualidad, un asombroso centro cultural, un ‘edificio a cielo abierto’ con aula de astronomía. Sigue conservando elementos románicos, góticos y renacentistas, por supuesto, pero ahora están al servicio de un edificio vivo con una intensa vida cultural (de ahí que sea importante empaparse de su agenda de conciertos o actividades astronómicas) y una capacidad espectacular para crear atmósferas a través de la iluminación.

4. Minas del Aramo en el Concejo de Riosa (Asturias)

Ruta Cultural de España a la que pertenece: Ruta Vía de la Plata

Dónde está: A 50 kilómetros del mar Cantábrico (y de Gijón, punta de lanza de la Ruta Vía de la Plata) se levanta una gran sierra que alcanza más de 1.700 metros de altura, la del Aramo. En las tierras del concejo de Riosa, en los pliegues de la sierra, se esconden unas minas que fueron explotadas desde la Prehistoria (desde el año 2.000 a.C.) hasta prácticamente nuestros días: las minas de Texéu. Puede que no muchos foráneos conozcan la sierra pero sí una de sus carreteras (estrecha y empinada pero carretera al fin y al cabo) más emblemáticas: aquella que lleva al pico Angliru, mítica subida de montaña de la Vuelta Ciclista a España.

Qué son: Asturias es uno de los territorios mineros por excelencia de España, una provincia con numerosas ruinas industriales de las explotaciones que pasaron a mejor vida y con varias minas todavía en funcionamiento. En el caso del Texéu se tiene constancia de actividad minera en la zona desde la Prehistoria, como atestiguan los restos humanos (de antiguos mineros) y las herramientas que utilizaban (martillos, picos, crisoles…) hallados el siglo XX y que nuestros antepasados utilizaban para extraer el cobre de las entrañas de la montaña.

Qué ver: Lo que cada uno quiera en función de sus ganas, sus aptitudes físicas y la climatología del día de la excursión. La aventura empieza en el núcleo de Llamo, lugar idóneo para dejar el coche y proseguir caminando o, con la preparación física adecuada, en bicicleta de montaña. En veinte minutos de caminata (por fuertes pendientes) se llega al poblado minero (abandonado pero restaurado) de Rioseco que daba servicio a las minas. El espacio se ha recuperado, mejorado con mimo (su pasarela-mirador es la mejor prueba de ello) e interpretado con numerosos paneles.

¿Más? Ahora sí: necesarias las botas de monte para ascender hasta la Campa Les Mines y, más concretamente, hasta El Socavón (en el 4º piso), el enclave más sorprendente de esta explotación minero y el más antiguo: un conjunto de media docena de oquedades excavadas de forma primitiva y casi orgánica (otro ejemplo perfecto de lo que puede dar de sí la arquitectura sin arquitectos y el diseño sin diseñadores)  que dan acceso a las estancias en las que se halló la casi treintena de cuerpos de buscadores de cobre del Neolítico.

5. Cuevas de Ojo Guareña en Cueva (Burgos, Castilla y León)

Ruta Cultural de España a la que pertenece: Caminos de Arte Rupestre Prehistórico

Dónde está: En el interior de un mordisco propinado a una montaña, en el norte de la provincia de Burgos, en la merindad de Sotoscueva, muy cerca del embalse del Ebro (el río más largo de España) y en la vertiente sur de la cordillera Cantábrica.

Qué es: Muchas cosas. La más llamativo seguramente sea su tamaño: este complejo kárstico tallado por la acción incesante de los ríos Guareña y Trema, está formado por más de 110 kilómetros de galerías repartidos en seis niveles diferentes, lo que le convierte en el segundo más grande de España.

¿Más? Tantos kilómetros de cuevas, obviamente, han servido para muchas cosas a lo largo de su historia: ha sido un santuario desde los tiempos del Paleolítico, lugar de culto y lienzo artístico en la Prehistoria y, ya cerca de nuestra época, iglesia cristiana y hasta sala de sesiones del ayuntamiento. Se trata de uno de los enclaves de la llamada España Mágica (una España esotérica, mítica, misteriosa, oculta e indescifrable) y es una obra conjunta de la Naturaleza y la mano humana.

Qué hay que ver: El espacio más vistoso de este sistema de cuevas es, sin duda, la Ermita rupestre de San Bernabé, que conserva en su interior una talla de San Tirso del s. XIII, una bóveda natural decorada con pinturas realizadas en el siglo XVIII (y que narra los suplicios sufridos por San Tirso) por un autor anónimo y unas curiosas pilas en las que, según la tradición, se llenaban con agua milagrosa.

¿Sólo eso? No. Muy cerca de esta se encuentra la cueva de Palomera con una naturaleza bien distinta pues en ésta apenas ha intervenido la mano humana: casi todo lo que se ve es obra de la Naturaleza a lo largo de miles de años. Es por ello por lo que la visita a Palomera es más próxima a la espeleología que al turismo cultural: las visitas, según la modalidad elegida, duran 2 o 4 horas y se realizan en unas condiciones muy concretas: temperaturas máximas de 9ºC, un entorno húmedo y ausencia total de iluminación (se facilitan frontales). Todo ello contribuye a que la visita se convierta en una experiencia única, adentrándose en las entrañas de la montaña, conociendo las diferentes cavidades: Edelweiss, la Galería Principal, la Sima Dolencias, la Sala Cacique o la Sala Museo de Cera.

Compartir/Share/Partager
Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter